Dones Mentores: el nuevo mentoring para víctimas de violencia machista.

Lores López, una jurista bilbaína arraigada en Barcelona, está creando redes de mujeres que acompañan a otras mujeres víctimas de violencia machista. Su proyecto, Dones Mentores, es innovador en Cataluña y tiene el potencial de extenderse por todo el país.

Cuéntame, ¿de qué trata Dones Mentores y de dónde viene?

Dones Mentores está muy inspirado en los programas de mentoring que vi en Dinamarca cuando me fui a vivir ahí con mi familia en el 2014.

En ese momento llevaba más de 12 años trabajando como jurista con víctimas de violencia machista en servicios asistenciales y estaba un poco agotada del sistema. No sé si para mí el modelo estaba en crisis, o si yo misma estaba en crisis dentro del modelo. En mi trabajo veía que lo asistencial estaba muy bien y era necesario, pero no era suficiente. Algo faltaba.

Cuando me fui a Dinamarca vi que se hacía muchísima intervención social basada en el mentoring. Vi programas de toda índole y me enamoré del que tiene Mentornetvaerk, una organización danesa especializada en temas de mujer, género e igualdad.

Llegué a la conclusión de que en este tipo de trabajo la profesionalidad no es suficiente.

Si te quieres construir una casa, te buscas el mejor arquitecto. Y si tienes cáncer, te vas al mejor oncólogo. Pero si quieres hacer un trabajo con personas, además de la asistencia profesional, tiene que haber algo más. Lo que necesitas son, personas.

Al volver a Barcelona en el 2016 pensé que lo que el trabajo con mujeres víctimas de violencia machista necesitaba era precisamente, mujeres que hubiesen pasado por esa experiencia. Ahí es donde empecé a gestar la idea de Dones Mentores. Esta es un poco la esencia.

Me dirijo a servicios y organismos que trabajan con personas, y en concreto con mujeres, para ofrecerles crear una red de mentoras capacitadas en acompañar los procesos de otras mujeres víctimas de violencia.

¿En qué punto está Dones Mentores ahora?

Hace un año y medio empezamos una prueba piloto en el Ayuntamiento de Hospitalet. Hemos capacitado a mujeres que han pasado por el servicio de asistencia a víctimas de violencia o que llevan muchos años trabajando en este campo y hemos realizado unas 10 o 12 mentorías.

En agosto de este año empezamos en Comisiones Obreras de Cataluña, que para mí es un reto descomunal. Yo estoy acostumbrada a trabajar en servicios muy feminizados y un sindicato es un contexto completamente diferente. Trabajaremos con mujeres que sufren acoso sexual en el trabajo o violencias machistas en casa.

Esto no es una receta única: se trata de co-crear con el servicio o la institución para construir algo que les pueda servir.

¿Qué es para ti el mentoring?

El mentoring empezó en Estados Unidos en el ámbito empresarial y yo lo concibo como procesos de acompañamiento horizontal basados en la experiencia. No hay esa verticalidad que se da en situaciones donde una de las partes cobra por el servicio, o es “la profesional”. Tampoco me gusta hablar de voluntariado, porque las mentoras no son voluntarias, de hecho, el mentoring es también parte de su propio proceso.

Una vez formamos a las parejas, establecemos unos objetivos claros y hacemos un seguimiento. Al final del proceso cerramos con una evaluación.

¿El mentoring es algo nuevo en España?

Cuando empecé en Hospitalet a finales del 2016, busqué en Google “mujeres mentoras” y el servidor me lo corrigió por… ¡“mujeres mentiras”!

Hay muchos programas de mentoría empresarial y mentoría social para jóvenes y colectivos en riesgo. Pero específicamente para mujeres víctimas de violencia machista, no lo he visto, a excepción del trabajo que han realizado recientemente las organizaciones Tamaia y Surt. Dicho esto, estoy segura que muchas asociaciones y mujeres hacemos mentoring sin saberlo y sin llamarlo así.

¿Qué le puede ofrecer una mentora a una mujer víctima de violencia que un profesional no pueda hacer?

Para empezar, la mentora puede verla fuera de la institución, por lo que el clima del encuentro puede ser muy diferente al del servicio profesional. A veces es tan sencillo como pasar dos o tres horas en la playa en silencio. Es lo que hace una de las parejas que tenemos actualmente. La persona que recibe el mentoring es una mujer con problemas muy complejos y la mentora ha tenido una capacidad brutal de ver lo que necesitaba y acompañarla.

Luego está la capacidad de empatizar de la mentora.  El poder de la palabra de una persona que ha experimentado algo, su acompañamiento, no es comparable con el de la persona que no ha vivido esa experiencia.

Yo puedo entender a una mujer que se está separando y explicarle jurídicamente en qué consiste el procedimiento. Pero nadie la va a entender como una mujer que ya se ha separado.

El poder y la fuerza que tienes cuando superas una adicción, o una situación de violencia, no te la atribuye nadie, te la das tú. Y eso es un vaso comunicante con otras personas. Es lo que estoy evidenciando. El poder de estas mujeres al final de sus procesos de superación, de supervivencia de violencia, es descomunal. Y no sé cómo nos hemos olvidado durante tanto tiempo de estas personas. Son perlas que digo yo, que perdemos cada vez que finalizan su paso por los servicios asistenciales y se van.

¿Y qué significa para las mentoras realizar esta labor de mentoring?

Creo que les ayuda en su propio proceso. Con los años me he dado cuenta de que las mujeres somos asociativas y que existe una solidaridad muy fuerte en temas de violencia machista donde las mujeres no quieren que a nadie más le pase lo que a ellas les ha pasado.

Muchas veces, cuando trabajaba dando asistencia jurídica y las llamaba para que contaran su experiencia en un evento, o ante un medio de comunicación, me encontraba con un deseo irrefrenable de retribución. Porque ellas querían dar ese testimonio. Si apelas a eso y le dices “lo que tienes, nosotros no lo tenemos, y lo que puedes hacer, no lo puede hacer ningún profesional”, ya eso empodera, ya es un reconocimiento. Solo el hecho de llamarlas es un acto positivo.

Algunas de las que ahora tienen una mentora podrían a su vez ser mentoras en un futuro y eso para mí es un indicador de éxito. Es una espiral, tiene un efecto multiplicador.

¿Cuándo tu hacías ese trabajo asistencial, sentías que te faltaba el poder comunicarte desde la experiencia?

Todo el tiempo, y lo acababa haciendo. Al final no hacía intervenciones jurídicas: escuchaba, cogía la mano, y si hablábamos de casos de separación con régimen de visitas con criaturas, inmediatamente pensaba en mi pareja y mi hija. Y pensaba lo que supondría para mí la mitad de lo que le estaba pasando a esas personas. Y sin ánimo de ser condescendiente, yo pensaba ¿cómo me pongo yo, cuando mi hija de cuatro años tiene fiebre, y mi pareja no se ha dado cuenta? Y, ¿cómo me explica esta persona que su expareja, que además ha sido el maltratador de ella, está gestionando lo cotidiano de sus hijos o dejándolo de gestionar? Llegué a hacer cosas insólitas como sentarme en círculo con niños y preguntarles cómo se sentían. Me di cuenta que hacía un trabajo indirecto técnico, tendiendo puentes con los juzgados, los abogados etc., pero en el trabajo directo con las personas yo cada vez hacía menos asistencia técnica. Me ponía en un sitio muy diferente. Por eso lo dejé, porque creo era un acto de conciencia y honestidad.

Y en esta nueva etapa de tu vida profesional ¿qué te está aportando a ti crear este proyecto de Dones Mentores?

Me da mucha alegría crear cosas, trabajar con la positividad, con las ganas de la gente. Con Dones Mentores trabajo haciendo y no deshaciendo. Como jurista muchas veces me llegaban mujeres con siete denuncias en los juzgados y con muchos problemas. Mi trabajo era fundamental, pero a veces era batallar contra el sistema. Antes de poder hacer un diagnóstico, tenía que deshacer muchos nudos. Era muy ingrato. Ahora otras mujeres juristas hacen ese trabajo, probablemente mejor que yo, y lo que se trata para mi es de crear, crear, crear. Ayudar. Colaborar.

¿Cómo llevas el hacer todo esto tu sola?

Siempre he trabajado por cuenta ajena y tenía la necesidad de hacer este proyecto sola porque necesitaba saber si la idea funcionaba tal y como yo la había concebido. Necesitaba sentirme responsable de mis errores. Pero a la larga será difícil hacerlo todo sola. Además, yo soy muy de compartir las cosas, de hablar cotidianamente. Soy muy de equipo.

Y tú que has estado en Dinamarca, un país que tantas veces mencionamos como referente ¿cómo dirías que compara con España en estos temas?

En Dinamarca vi casas de acogida de mujeres maltratadas mucho más potentes y bonitas. Pero la intervención era exactamente igual y en algunos temas me di cuenta que aquí estábamos mucho más avanzados. Pensaba que me iba a encontrar otro planeta y me encontré el mismo planeta con las puertas mejor pintadas y las casas mejor equipadas. Ahí me di cuenta que a nivel normativo y jurídico España se había puesto a la cabeza en Europa en muchísimos temas de violencia. Que en España había mucha inspiración y se había hecho un trabajo descomunal con muchos menos recursos.

¿Valoramos lo suficiente lo que va bien aquí?

Probablemente tenemos esa eterna tendencia a no valorar las cosas que hacemos bien y la maldición de “somos los europeos del sur”.

He vuelto a Barcelona un poco menos crítica. Me he dado cuenta de que debemos ser menos duros con las cosas que hemos conseguido y que hacemos bien aquí. A nivel de Cataluña que es lo que más conozco, he visto una gran generosidad en los profesionales e impresionantes movimientos de mujeres, de asociación, de participación, de trabajo comunitario….

¡Muchas gracias por compartir tu historia, Lores! Y mucha suerte con tu proyecto.

Para más información: https://donesmentores.com/

Lores participó en el programa INICIA de Barcelona Activa

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